La talla de Cristo Resucitado se encargó al escultor Jorge Albareda Agüeras, saliendo por primera vez a la calle el Domingo de Resurrección de 1978. El artista no siguió el modelo tradicional sino que creó una representación totalmente nueva. Según sus propias palabras, quiso plasmar el mismo instante de la Resurrección, cuando el Señor, tras volver a la vida, emerge del sepulcro mientras van cayendo al suelo los lienzos con los que había sido embalsamado. Por ello, trabaja las telas dando la sensación de estar muy pegadas al cuerpo como si estuvieran adheridas por los ungüentos y bálsamos y se fueran desprendiendo.