Viernes Santo

Desde tiempo inmemorial se celebra esta procesión organizada por la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Cristo y Madre de Dios de Misericordia, teniendo constancia de su celebración desde, al menos, el siglo XVI.

En ella, participan todas las cofradías de Zaragoza realizando un completo recorrido por toda la Pasión, en más plasmada de treinta pasos y peanas. Durante su transcurso, el centro de la ciudad queda paralizado contemplando, en silencio, el entierro de Cristo. Es la procesión más tradicional y la que atrae a un mayor número de público.

Nuestra Hermandad participa desde su primer año en esta procesión, siendo ella, curiosamente, donde por primera vez desfilamos por las calles de Zaragoza. En este día, como es obvio, no podemos acompañar a Cristo Resucitado por lo que somos la única cofradía que participa sin su paso titular. Por el contrario, sí que tiene un gran significado participar portando a la Virgen de la Esperanza y del Consuelo en un día tan marcado por el dolor, cuando nos inunda la tristeza y la desesperanza ante la muerte del Señor.

Nuestra Madre nos enseña a encontrar el consuelo en la esperanza de la resurrección. Una esperanza que ella nunca, ni en los momentos más amargos, dejó de sentir en su corazón. Al fundarse la Hermandad, resultó difícil encontrar el puesto en el que debíamos participar en la procesión, ya que el orden viene marcado por el desarrollo cronológico según el relato de los Evangelios. Por ello se acordó que desfilaríamos en primer lugar poniendo la esperanza de la resurrección como preámbulo a la pasión y a la muerte salvadora.

Desde 1.981 a 1.986 al terminar la procesión, no se dejaba la Virgen en San Cayetano, sino que el primer año se continuó hasta el convento de la RR.MM. Agustinas y los años posteriores se volvió a nuestra sede. El largo recorrido hace que esta procesión discurra por calles muy diferentes cambiando mucho su aspecto de unos sitios a otros. En los lugares estrechos (Mercado, Azoque, Mayor…) se hace más cercana e impresiona más el sonido de los instrumentos; por el contrario, en las avenidas y lugares amplios (Independencia, Plaza de los Sitios, Coso, Plaza del Pilar…) se hace más solemne y majestuosa. Incluso su larga duración permite contemplarla con la luz de la tarde o con la oscuridad de la noche. El espectador deberá elegir o incluso ir variando su posición para tener una visión más completa.